viernes, 30 de octubre de 2009

Perversa

Poseída por esa sensación inquietante, que toma cuerpo en el estómago, de haber descubierto algo sobre mi misma. Hoy en clase se habló de lo perverso, y de repente, como muchas otras veces en el transcurso de mi carrera, una desestabilización. Sentir que me baja la presión, levemente. No creo que haya sido el calor. Siempre me pregunté por qué me pasó lo mismo con las pocas personas que en serio amé: primero ese momento en que parecía caminar 20 cm por arriba del piso, esa alegría, ese verlo que lo cambiaba todo. Después, cuando el miedo que la incertidumbre generaba se va, cuando la pareja se afianza, cierto desprecio, una incomodidad por saber que ese otro me quería, cierto maltrato, ciertas ganas de lastimarlo. A F. siempre le repetía que cuando cortásemos le iba a cortar la pija, la iba a poner en un tarrito con formol, y así me la iba a quedar para siempre. Cada vez que corté, eliminé radicalmente a mis ex de mi vida. Y los odié. Un día me crucé con F. a los meses de haber cortado en el patio de puan: "te voy a cagar a tiros", y "si hubiera un botoncito que yo pudiera tocar para que vos desaparezcas, lo tocaría", fueron algunas de mis intervenciones en el monólogo iracundo que le propicié. Una especie de incomodidad por la perturbación que amar a alguien supone. El deseo, luego, de superarlo... superarlo rápido, ya. Me preocupa identificarme con esos fans enloquecidos que matan a la estrella que admiran. Pero sí, creo que soy una perversa. F. me llamaba "perversita", no recuerdo por qué, a qué venía. Creo que tenía que ver con mi comportamiento sexual. Pero supongo que él lo intuiría. Quién sabe, quizás termine como algún Barón Biza.

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