martes, 19 de abril de 2011

It´s my party, and I cry if I want to

Historia de ambulancias, llanto, y una psicópata suelta.

Entonces, después de que yo le ignore cinco llamadas, Madre decide hacer que se va a suicidar. Toma un par de pastillas, calculando antes cuánto: sabe (lo estudió en el curso de su carrera universitaria hace unos años) la cantidad de miligramos que resultan mortales al ser ingeridos, y sabe lo que apenas daña. Y más aún: sabe cómo manipular a los demás. Decide entonces dejar una larga carta de falsa despedida. La viene escribiendo desde hace días. Me lo confesó. 

Días en el mundo del hospital público: ella se saca el suero, y se quiere ir. "No la podemos retener ni sedar. Esto es una guardia, si quiere se puede ir." Quieren que se vaya, ella molesta. Sus hijas nos vemos obligadas a soportar la tortura psicológica de tener que hablarle para convencerla de que se quede. Ella nos echa la culpa, ella nos dice cosas horrendas, ella no tiene remordimientos, ella no piensa en nadie más que en ella. Ella dice merecer mimos, ella niega el intento de suicidio, ella no sabe de qué carta le hablamos, no entiende qué entendimos (mal) como amenaza de suicidio, "pero, si fuera así, ¿yo no me merezco que me mimen y me cuiden?" Ella cae bajo. Una y otra vez. Si tus cuatro hijas ya no te hablan, si ellas prefieren hasta vivir con su padre bipolar, eso debería darte una pista de que algo estás haciendo mal. Pero no.

Recuerdo sus palabras el día de la internación de mi abuela por problemas cardíacos: "Me gustaria estar internada, que todos me atiendan."

No podemos más. Nos retiramos un rato para descansar. Mi abuela, entonces, "la ve bien", no aguanta más que la amenace con irse, y se la lleva del hospital. La desinterna, la lleva a su casa (la de mi madre), y a la media hora, se va. La deja sola. Normal total.  

domingo, 10 de abril de 2011

Ordenar mi cuarto para ordenar mi cabeza

Poner cada cd en su lugar me hizo ver por qué ya sólo escucho música por la pc: la nostalgia. Un Piano Bar que me recuerda a ese cumpleaños y a Juan, un cd de Mehldau copiado por F., la lista de canciones con su letra, un ¿Dónde están los ladrones? de aquella pubertad lejana y aquel fin de semana en el country de esa amiga tan íntima de la secundaria con la que hace una década no me hablo y cuyo reciente casamiento alborotó mi inconsciente, un disco de Depeche gastado por tanta euforia en el CBC, Tidal y esa depresión adolescente, y Kaya de aquella tarde de calor incipiente, vino rosado, Juan, mi jardín, y esa alegría que me produce tirarme en el pasto. 

viernes, 1 de abril de 2011

The mess gets deeper and...

Los trámites me dan miedo, tardan horas, pero los hago al ritmo de "la vida me da igual". Zapatos baratos y pies al borde del llanto. Corridas... cuántas, cuántas corridas. Trabajo nuevo, imprevisto. Entrevista bizarra, resultados impevisibles. Sueños reveladores, y decile adiós a toda privacidad. Y la dieta y el cansancio y ya nada es divertido, todo es tan adulto. Un horror.