jueves, 17 de junio de 2010

omelette de fragmentos vivenciales IV

la condición eterea de las relaciones de amistad que creé post-18 años me asombra, me neurotiza, me angustia, como un eterno borrón-y-cuenta-nueva.
mi amiga Lali me llama de nuevo sin querer porque está cogiendo literalmente arriba de su hipersensible (e inconscientemente enamorado de mí) celular
la panza bien hinchada por mis palabras - tan enfáticas, tan vehementes, tan convencidas- que me tuve que comer ayer después de traicionar mis convicciones en busca del camino para levantarme a un hombre
me pierdo el partido porque me olvido que hoy jugaba Argentina, me olvido que me debería interesar, etc. y me despierta un amigo tipo 10 30 hs emocionado y yo, muy confundida, le pregunto "¿qué te pasa? Ahh ¿quienes jugaron? Ahh ¿en serio? Me olvidé que jugaba hoy" La platea masculina, al oír el ultraje, promete llamarme antes del próximo partido y yo, yo sólo espero que sea a la tarde y que nadie me intente despertar antes de las 10 am NUNCA JAMÁS.
ESTO TE PASA CUANDO INTENTÁS SALVARLE LA VIDA A UN HIPPIE: y le decís, cuando casi lo pisa un tren, flaco, cuidado, mirá para LOS DOS LADOS, y él te responde bueno, igual la muerte no implica el cese de la existencia, porque trascendemos lo material, y yo le respondo sí querido, pero no debe ser una linda sensación que te pise un tren, si querés trascender esta vida, tomate unas pastillas y un buen vaso de un buen whisky, y el hippie en su bici me sigue dos cuadras con planteos pseudo metafísicos porque seguro leyó a Castaneda o similar y seguro le fascina fumar e inventar esbozos de planteos pseudo metafísicos con sus amigos que tampoco se bañan y que se sienten mejor consigo mismos por despreciar a aquellos que no comparten la revelación de la negligencia al tránsito. Y, mientras lo saludo con la mano porque una cuadra más y lo cago a trompadas, me saluda y un auto lo esquiva porque casi más lo pisa.

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