miércoles, 1 de septiembre de 2010

Fragmento II

Al mirarse en el espejo, notó que el color de sus labios después del orgasmo tomaba un tinte particular, intenso, desbordante. Usualmente discretos, sólo después de ese particular goce llamaban la atención. Se peinó apenas, se pellizcó la panza, y al mirarse de nuevo la cara notó cierta resignación. En la ducha seguía tirada una botella vacía de shampoo. Meditó dos segundos y recordó haberla visto así, en la misma posición, dos semanas antes, la última vez que había estado ahí. No sabía por qué, pero eso la enterneció.

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