domingo, 10 de octubre de 2010

El tedio en los tiempos de la medicina ortomolecular

Los calamares en mi estómago no me dejan pensar.

Después de un viernes de llantos hormonales imposibles de frenar y pseudo estrés post traumático por un jueves de runaway y fitness simultáneo (o sea: que unos chorros me corrieran por una cuadra hasta encontrar refugio en una apática pero poblada estación de servicio), un sábado de Dona Sangre y no-me-desmayé-por-un-pelito pero le tuve que decir a la enfermera la palabra clave/segura y que pare, deje de sufrir ya; sobrevino finalmente un pequeño momento de felicidad (no tan) simulada: navegar, y al fin: el río, y la paz.

No quiero seguir sola, en el sentido existencial. No digo un novio y una relación-cárcel; digo, una compañia lisérgica que me acuchare, nomás.

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