lunes, 22 de noviembre de 2010

C´est de l´espoir que je caresse

Un recital afrancesado y anti rock: Benjamin Biolay da casi lástima con sus movimientos espásticos y paupérrima "presencia escénica". El público bosteza y no entiende ni las letras ni lo que sucede. La pobreza de recursos contrasta con las expectativas de los habitues de espectáculos que apuntan a hipertrofiar los sentidos. El despojo es total: apenas unas luces blancas de a ratos titilan, y el humo inunda la escena para que Biolay pueda desaparecer; como un clisé, la banda y el cantante están vestidos de negro. Un pucho y la mirada perdida y sentida, acorde con el tono francés. 

Mi amigo, cuando finalizó el recital, me pregunta si me gustó. "Fue brillante. Digamos... conceptualmente. Da para ser incluido en los anales del rock. Una experiencia antirock, un pop deleuziano. Ahora, si me decís cómo la pasé, como recital, como experiencia en la que uno pone el cuerpo, bueno... claramente apestó."

No suprimir esos comentarios es lo que me hace sentir tan out. Siempre.

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