sábado, 25 de diciembre de 2010

Jingle Bells

No fue una dramática Navidad. No, ni siquiera. La apatía de esta familia cada vez es mayor, ya nadie se involucra en grandes escenas de patetismo hipertrofiado, nadie se insulta a los gritos, nadie da ni un mísero portazo. Un embole. Los días de escaparme a llorar a algún rincón olvidado ya pasaron. Ahora es simple y llanamente un bodrio que carcome el intestino.

Las amigas con auto te dejan a tu suerte en zonas recónditas, con incertidumbres acerca del paso (o no) de colectivos en Navidad. Pero una calma Zen reemplazó lo que antes hubiera sido angustia o rencor, y un gatito negro me entretenía mientras el sol de las 6 de la matina iluminaba todo. Como un humor contemplativo, y feliz. Un humano masculino algo menor se acerca a la parada y me alegra un poco la compañía aunque me perturba su ansiedad, la pierna inquieta y sus suspiros porque el colectivo no llega, la sopresa ante mi "una hora entera esperando, no lo puedo creer".   

Ver When Harry Met Sally para ser feliz, hacer zapping para pasar el tiempo, odiar el dolor de cabeza por dormir todo el día, no tener a nadie a quien ir a visitar. Alegrarme, en este instante, de mi olor a chivo, porque implica tener que hacer algo

The horror, el horror absoluto, es the boredom.

No hay comentarios: