miércoles, 16 de marzo de 2011

Speechless

Una calma que invade todo, y todavía restos de yerba en el pelo. Lagrimear ante la respuesta "sí, ya está". Conmoverme por esa persona de oro que está ahí cuando la crisis nerviosa supera toda expectativa, y te pasa a buscar, te lleva a su casa, te cocina y te deja su cama. Te lleva a rendir al otro día, y te deja repasar en voz alta mientras busca con la mano derecha direcciones imposibles en la guia t. 

Que siete años rindan sus frutos, alcanzar aquella meta lejana, relajarme después de dos meses de no vivir, sentir que las vacaciones recién empiezan. No avistar el abismo: ir al colegio y tener la mejor clase hasta el momento. Empezar a preparar las charlas de literatura que voy a empezar a dar. 

Sentir una tranquilidad inédita. 

No hay comentarios: