martes, 17 de noviembre de 2009

dormir estresada.

Dormir tan poco, casi no dormir at all, tuvo efectos notorios en mi. Cuando a las 6:20 me acosté, conciente de que solamente tenía media hora para dedicarle al sueño, estaba cansada sí, pero muy lúcida también. Y al decirme a mi misma "te tenés que dormir" con la urgencia propia de quien sabe que es ahora o nunca, súbitamente me empecé a reir. Se hizo presente, en el momento en que me vi obligándome a hacer eso tan raro que es dormir, una risa. Nosotros, que ordenamos todo, que trabajamos, que pensamos, de repente dejamos de hacer todas esas cosas y nos sumergimos en un estado en el que perdemos esas capacidades. Nos tomamos un recreo de la vida todos los días. Es una perogrullada, ciertamente, lo que estoy planteando. No puedo evitar ser meramente descriptiva respecto de algo que no sé cómo expresar de otro modo.
La administración del sueño: ¿habrá sido siempre así? ¿La conciencia "normal" se habrá identificado una y otra vez con el día? I wonder...
Y no sé, de repente, acostada, tensa y con un dolor agudo de espalda, me empecé a reir. A reir porque toda mi familia que estaba en la misma casa dormía. Porque por un ratito vi lo ridículo de esa actividad, lo insólito de una humanidad que se pretende tan dueña de sí que se olvida que necesita "apagarse" al menos una vez por día para poder continuar.

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