jueves, 25 de febrero de 2010

Cocaine child

esófago insolente con ganas de llamar la atención. no... no son náuseas. es un apasionado reencuentro con el café: twice in a day. o son nervios. no sé. no comí, yo... o sea yo: la candidata número uno most likely to die of angustia oral. y quizás esa charla ayer me cambió. nunca hablé literal con él. salvo ayer. nunca le creí nada a él. salvo ayer. nunca me dejó así hablar con él, hablar con alguien, hablar con alguien que no sea alguien que me interpelara emocionalmente - que yo quisiera comer y deglutir y vomitar para poder volver a tragarlo-. o quizás sea el estrés de tener que comprar una notebook ya y sentirme tan incapaz como cuando recorría con la vista las hojas de diarios chinos con los que embalaban objetos en donde trabajaba. también haber conocido al pretendiente de una de mis amigas. ese mismo que conoció del otro lado del mundo y con el que ya tiene una cuenta bancaria, ese con el que se va a vivir allá en apenas meses. o volver a ver a mi amiguete, alias: push-up emocional durante el pasado año de intenso rehab emocional. o quizás sea todo eso junto y las ganas de empezar a escribir. Y la sensación de estar a punto de... pero así. literalmente "a punto de...", tres puntos como sinónimo de incertidumbre, una sensación de inminencia, indeterminada, emocionante. aunque también ganas. mezcla de acidez estomacal con la tensión propia de quien reúne la fuerza necesaria para tenerse fe y, finalmente, jugárselas. y ya no por otros, por nadie. por mí.

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