Día repleto de bad choices:
1) Ser cómplice del insomnio y, congraciándome con él, permitirle casi con picardía, que me arruine el día siguiente -es decir, hoy-. Despertarme bastante "pasado el mediodía" y ni siquiera intentar combatir la idea de que es demasiado tarde para hacer cualquier cosa
2) Salir de casa con el pelo mojado mientras llovía aunque poco, sin tregua ni compasión ante mi estado cuasi- depresivo - aunque, pese a la lluvia, no melancólico-
3) Tomar mate sin consideraciones ante la diarrea líquida que constituyó la única actividad consistente del día
4) Dejar que una anécdota de mi padre (léase: que el taxista que lo condujo a su sesión psiquiátrica era un Sociólogo, con master en Harvard y años de docencia en la UBA incluidos, que, ante la imposibilidad de pagar sus expensas y, básicamente, vivir decentemente, hace 3 meses pertenece al gremio) aniquile los ya suficientemente endebles proyectos a futuro en relación con mi carrera (a.k.a.: Letras y no Sociología) y la minúscula determinación de recibirme este año - el 7mo de cursada-.
5) Dedicarme a la procrastinación con perseverancia sabiendo, con culpa:
a) que las fechas de examen se acercan cada vez más, como reptiles silenciosos decididos a atacarme sorpresivamente
b) que mis excusas ya no tienen validez: mi amiga que reside en España ya se fue, no tengo laburo, ni compromiso alguno con NADA
No hay comentarios:
Publicar un comentario