viernes, 19 de marzo de 2010

Y no...

Y no... Si, aunque hoy oficialmente iniciadas las actividades comerciales con mi madre, pese a todas las objeciones mentales que pude realizar, peor es nada. Y, cansada, post siesta de 3 horas, el mensaje insinuante de él resultó contraproducente. Supongo que después de 4 años de histeriqueo, hay algunas cosas que prescriben, such as: el coqueteo tonto, las promesas diferidas, dilatadas, para vernos, el halago (?) consistente en me anoté en los mismos horarios de cursada que vos. Es raro, porque es indeterminable de antemano, es imposible de calcular cuando uno crece, o se harta, o le da paja, o deja de creer en el prójimo. Y un garche histérico, darling, no hace a la (mi) felicidad. No sé. Quizás hace 4, hace 3 años, sí. Hace un año, despechada, triste, tan sola, sí. Pero un día, sin pensarlo, dejás de competir con tu ex, aunque sigas soñando con él. Un día te das cuenta de que es demasiado el esfuerzo de competir con un fantasma que ya tiene pareja y trabajo conveniente y amigos geniales, que escribe poesía admirable y que tiene un don para caerle bien a todos. Te cansás, ¿sabés? No entendés por qué toda esa energía invertida en ser alguien interesante, alguien feliz, alguien simpático, alguien que no sos. Y sabés que sí, hoy es viernes, pero ni ganas de ver a mis amigas después del pasado lunes, cuando te hartaste de esperarlas durante una hora y te fuiste, sin más, de la puerta de ese recital, sin entrar, porque te mareaba tanta gente alrededor, y porque esas cosas te hacen sentir muy sola, especialmente cuando estás rodeada de tanta gente. Y, sí, hoy es viernes, pero mi ideal plan es comprar helado y ver A serious man tirada en mi cama, y después escuchar a Reinhardt, y terminar de leer Carne picada, y no responder ese mensaje que llega demasiado tarde: too little, too late. Aunque sepa que vernos juntos sería el mínimo karma que se merece él. Pero dejá. Ya no compito, me cansé.

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