martes, 30 de marzo de 2010

You know what they say: once you kill a cow, you got to make a burger

Que el chupetín en forma de corazón que tengo en mi mesa de luz desde el 14 de febrero del corriente se esté pudriendo, puede ser considerado como un síntoma, ok. Que N. se ría por la incapacidad de recibir abrazos que, no sorprendentemente, ha resurgido en mí desde el pasado año, también. Que mi psicóloga, ante mi metafórica afirmación "me quiero ir de este lugar", me pregunte ¿qué lugar?, podría considerarse una extremada conchudez. Y que, ante mi réplica a una contraréplica suya -una de esas que intrigan-, le tenga que remarcar que me estás devolviendo un significante vacío, me confirma que se instala, sin duda, en los terroríficos reinados del Sr. Lacan. Cagamos. Como díria Lemon: It´s a dealbreaker! Que traslade, vía copy-paste, algunos párrafos escritos para un trabajo en la cursada a mi monografía, podría considerarse una chantada, autoplagio, un ejercicio de intertextualidad - barato, por cierto-, o un atajo. Que escribir la monografía me obligue a elegir no irme de viaje con mis amigas puede ser tanto un sacrificio en pos de esa luz al final del túnel que es recibirme este año, como una excusa para no sociabilizar con nadie este fin de semana. Pero one thing´s for sure: que ya tenga una canción fetiche que me ayuda a continuar en los momentos de tedio monográfico, es una señal incuestionable de que estoy lo suficientemente encauzada/estresada/quemada como para terminarla.

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