martes, 27 de julio de 2010

Me gusta cuando callo porque estoy como offline

Más allá de cierto comentario, a mi entender desacertado, que cuantificaba mi pensamiento (no sé, tampoco, cómo éste puede medirse), sí entiendo que el bienestar me resulta mucho más difícil de transmitir (espero que sólo por escrito) que estados opuestos, de angustia e inquietud.

Cierta calma me invade hoy, me acompaña últimamente. También estoy menos culpógena, me entiendo y perdono más, pero no caigo (creo) en la autoindulgencia. Perder mi laburo, aunque no tenía ningún tipo de valor profesional para mí, estar por recibirme, y cumplir 25 años, me llevaron a cierta crisis no diría existencial, pero sí vivencial. Hoy me encuentro haciéndome planteos que antes aplazaba, que cuando crecí un poco eran opacados por el agotamiento y las crisis de pareja y de papá-bipolar, y que ahora priorizo porque tengo tiempo pero porque también porque tengo ganas de pensar en mí y no quiero que la inercia -aquel apodo que adopté este año por un chiste tonto y un malentendido- rija mi vida. Y es que cada día creo más en la suerte y el azar, pero también en que hay que hacer todo lo posible por aumentar sus probabilidades. Miti y miti. Depende. Pero prefiero quedarme tranquila y saber que hice todo lo que pude para que las cosas que ansío se me den. El resto... que será, será...

¿Vés? Un post calmo y más dull que mi sopa. 



No hay comentarios: