miércoles, 28 de julio de 2010

It´s been a hard days night!



Primero: felicidad extrema de esa que no te deja dormir. Logré, a partir de una medida un tanto stalker pero no de un grado preocupante, hablar a solas (va... rodeada de extraños en la comodidad de un bondi) con el amor de mi vida, también conocido como el ya mencionado profesor. 45 minutos que me dejaron con sonrisa de tonta y un insomnio que no sé cómo sacudirme de encima en este instante. Oh catártico blog, venga a nosotros tu reino y apacigua nuestra excitación, amén. 

Segundo, lo primero: caigo a Puan y hay amenaza de bomba. Como hace un cuatrimestre atrás, me cruzo al despechado ahora-sé-que-no-tan-amigo mío y acompañamientos copados, el día en que me voy a anotar para el segundo cuatrimestre. La diferencia es clara. Antes, me había invitado él. Hoy, después del Yoko Ono incident, fue mera coincidencia el cruce espacio-temporal. Podría haber ido de 10 a 18 hs entre el lunes y el viernes, pero no. Contingencia puta. Café en bar, hacer tiempo para que el paupérrimo "escuadrón de explosivos" compuesto por dos desganados agentes recorra toda la facu y declare la obvia falsedad de la alarma. Lástima. Gente linda, pero siento el frío que emana de él y me incomoda, me quiero ir. Finalmente abren. Me encuentro con el chico-que-me-regaló-un-despertador. Busco mi parcial y hablo con mi amado profesor, rápido, incómoda, va a tomar examen y el aula está llena de alumnos por rendir y profesores por tomar. Pero me alcanza para alegrarme el día. Me encuentro con mi mejor amigo, que está hablando con la minita que una vez odié. Contingencia puta. Con mi ex, F., eran "muy amigos". Tanto, que habían intercambiado fluídos una semana antes de que empezásemos a salir y que sus llamados eran constantes. Me perturbaba, en su momento, es cierto. Sin embargo, después, las pocas veces que la ví, me pareció una genia. Hoy hablamos como si fuéramos viejas amigas. Me cuenta que cree vivir muy cerca de mi casa: intercambiamos coordenadas y me entero que vive a media cuadra. Nos dimos números de teléfono y un abrazo y quedamos en vernos. Funny how life goes.

Tercero, lo segundo. Ella se va, me quedo con mi amigo sentada en la entrada del patio. Veo entrar a F., mi ex, a la facultad. Contingencia puta. Está con ella, se encontraron en la puerta. Sin embargo, suben. Se va a anotar. Más tarde, salen. No saludan. Mi amigo es también uno de sus mejores amigos. Perra. No le habrá dicho. 

Cuarto, idem. Me bajo del bondi feliz. No camino, floto. Llego al andén y la veo de nuevo. Contingencia puta. Dos años sin verla. Vive a una cuadra de mi casa. Y hoy, me la encuentro dos veces. Charlamos. Mi felicidad se transmite y no recuerdo de qué hablamos pero reímos mucho. Ya en el tren me comenta que vió a F., que le dijo que estábamos pero que él no quiso saludarme "porque estás enojada con él". Forro. Tanta paciencia y dolor la última vez que lo vi, dos horas de conversación amena y fluida en la que reservó para el final, como cada vez que le volví a dirigir la palabra, esas noticias que me partieron el alma.

Quinto, lo tercero o "lo patético y/o el rapto de pasión". Veo a mi amado profesor salir de la facultad. Sé que a veces toma el mismo bondi que yo. "Perdón S., me tengo que ir. Acabo de verlo y tengo que correr a ver si viajamos juntos y se da cuenta de que soy el amor de su vida". S. ríe, pero cuando me ve pararme apurada, nota que va en serio. Salimos los dos rápidamente. F., mi ex, vuelve a entrar. Solo. Lo saludo rápido y, sin ningún tapujo le digo "perdoná, pero tengo que ir a perseguir a alguien". Salgo casi corriendo y S. me grita, me reprocha que ni lo saludé. Corro. Corro disimulando que corro, intercalando algunos pasos claramente propios de esa acción, con otros más disfrazados. Lo veo ir delante mio, media cuadra adelante. Me pregunto a mí misma qué mierda estoy haciendo. Estoy loca. Pero él llega a la parada y ya es tarde para flaquear. Me doy vergüenza. Lo ví hace dos horas, él se quedó tomando finales, es muy obvia la intencionalidad, va a pensar que estoy más loca de lo que estoy, que lo esperé y lo perseguí. Llego a la parada. Hago que meto o saco cosas de la cartera. Se da vuelta y me mira, se ríe un poco, levanta las cejas. Me siento muy en evidencia. Me dice hola. Mira hacia adelante medio indeciso. Mi balbuceo de ahogada surge, nunca sabré bien cómo, y dice " hoy rindió un amigo (chico-que-me-regaló-un-despertador) ¿cómo le fue?" Pote de Jack! Inicié la conversación. Después va fluyendo, se extiende, se prolonga por todo el camino, casi una hora de esas emocionantes que hacen saltar el tiempo, te dibujan sonrisas de naba y ojos buchones que delatan que no estás escuchando al interlocutor porque tu conciencia no puede sino dedicarse, el resto del día, de la noche, de las 2:35 am, a pensar en él.   


Este post lo escribí rodeada del silencio propio de entre las 2 y las 2:30 de la madrugada.

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