Porque seré obsesiva y perfeccionista hasta la médula, pero, me doy cuenta ahora, no paro de procrastinar. Quizás sea vaga... Quizás mi droga, una vez que, hace 6 años dejé de fumar, pasó a ser el boludeo existencial. O quizás sea difícil recibirse y por eso no puedo sentar el orto a leer lo mínimo indispensable para no volverme loca en dos semanas, cuando empiece a trabajar en un nuevo colegio y tenga parcial que incluya a Hegel y a Kant y venga de visita mi amiga desde tierras remotas.
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